Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas
News

La desinformación activa modelos políticos autoritarios, condiciona la toma de decisiones y reduce los derechos de los ciudadanos

El ciclo de diálogos que organiza la Fundació Ernest Lluch y el Ivie en Valencia finalizó ayer con el debate entre los periodistas Rebeca Gimeno y Andreu Casero

La desinformación ha existido siempre, pero ha pasado de ser un fenómeno ocasional y coyuntural a convertirse en un problema estructural que amenaza la convivencia democrática y la credibilidad del periodismo. Así lo advirtieron el catedrático de Periodismo de la Universitat Jaume I Andreu Casero y la periodista y economista Rebeca Gimeno, en el diálogo La amenaza de la desinformación y la respuesta ciudadana, con el que ayer finalizó el ciclo Acciones colectivas frente a los riesgos globales, organizado por la Fundació Ernest Lluch y el Ivie en Valencia.

Casero explicó que la desinformación ya no es exclusiva de gobiernos o partidos, sino que se ha democratizado: cualquiera puede difundir información falsa, desde influencers hasta cuentas anónimas en redes sociales desde cualquier país del mundo. Además, advirtió de su carácter emocional: “Se apoya en el miedo, la envidia o la ira, es inmediata, está segmentada y se adapta a los prejuicios ideológicos de cada persona, lo que la hace más difícil de frenar”.

Para la periodista Rebeca Gimeno la inmediatez de la sociedad actual nos hace todavía más vulnerables a la desinformación porque reduce nuestra capacidad crítica y de procesar la información. Y mostró su preocupación por el peligro de la desinformación en situaciones de emergencia, como sucedió durante la dana de Valencia. “Son momentos en los que los ciudadanos son mucho más vulnerables a las noticias falsas por su necesidad de saber”, explicó.

Ambos ponentes coincidieron en el grave riesgo que representa la desinformación para la democracia. Casero subrayó que el auge de la información falsa “debilita la racionalidad política y fomenta los extremismos, las creencias personales se colocan por encima de los hechos factuales y se instalan los prejuicios”, citando como ejemplo el discurso antiinmigración. La desinformación puede llegar a afectar a la toma de decisiones, a la seguridad e incluso a la salud pública, como ocurrió con los mensajes antivacunas que fueron proliferaron durante la covid-19. En definitiva, “la desinformación busca dividir, generar caos y socavar la cohesión social, porque remarca aquello que nos enfrenta y separa. Gran parte del mecanismo de la desinformación activa modelos políticos más autoritarios, que lo que plantean es una reducción importante de los derechos democráticos de los ciudadanos.”, afirmó.

El papel del periodismo para contrarrestar la desinformación

Ante la gravedad del problema, Rebeca Gimeno y Andreu Casero instaron al periodismo a implicarse más en la protección de la información contrastada y real. “Los medios deberían preocuparse mucho más por la desinformación. Cada vez hay más personas que dan muy poco valor a la información y eso genera una crisis de legitimidad en el periodismo, que ya no parece útil. Está perdiendo su capacidad de formular la opinión pública”, recalcó el catedrático de la UJI. Por ello, los dos participantes en el diálogo lanzaron algunas recomendaciones a los medios tradicionales para recuperar su credibilidad. Deberían reforzar la verificación de las noticias, reconocer inmediatamente los errores, fomentar la transparencia y, para ello, explicar el proceso de creación de una noticia y también publicar quién está detrás de cada medio y cómo se financia. Por último, Casero abogó por dejar de centrarse únicamente en noticias negativas y en las más sensacionalistas para buscar también otros puntos de información más positivos que también son importantes.

Para combatir la desinformación, Rebeca Gimeno destacó que la inteligencia artificial puede ser una herramienta clave para descubrir las noticias falsas, ya que facilita su detección y acelera la verificación de hechos. Sin embargo, también señalaron ambos dialogantes los riesgos que también implica. “La IA está generando contenidos falsos cada vez más sofisticados, con audios y vídeos hiperrealistas, que circulan más rápidamente, y además permite segmentar los mensajes con enorme precisión”, advirtió Casero.

En cuanto al papel de las redes sociales, Gimeno alertó de que “los algoritmos premian el contenido que confirma nuestras creencias y refuerzan los sesgos cognitivos”. Recordó que, durante la dana, “el 75% de las noticias falsas circularon por redes sociales”.

Precisamente para defenderse de la desinformación en general, pero, especialmente, en redes sociales, el canal más utilizado por los jóvenes, Casero insistió en la necesidad de incorporar desde una edad temprana formación en las competencias informativas para saber identificar noticias falsas. También la regulación es importante para controlar la información falsa y malintencionada, aunque para Casero focalizar la solución solo en la legislación es insuficiente.

Por su parte, la periodista Rebeca Gimeno apeló también a la responsabilidad de la sociedad para contrarrestar la desinformación “Igual que pagamos una suscripción para ver una película o una serie, deberíamos apoyar económicamente a los medios de calidad”, afirmó.

Ambos coincidieron en que la lucha contra la desinformación requiere una respuesta colectiva, que combine la alfabetización informativa, la verificación de datos, la regulación tecnológica y la responsabilidad ciudadana. “La democracia necesita una sociedad bien informada”, concluyó Gimeno.

Con este diálogo concluye la octava edición del ciclo de diálogos promovido por la Fundació Ernest Lluch y el Ivie en Valencia y que, este año, ha contado también con la colaboración de CaixaBank

11 November 2025

GALLERY