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Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas

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Spanish exports have increased by 49% since 2008, but their high geographical concentration and dependence on imports limits their value

El 75,3% de las exportaciones brutas que realiza España generan valor añadido para el país, frente al 77,4% en las economías europeas avanzadas o el 92% en los EE. UU., según la nueva monografía de la Fundación BBVA y el Ivie

España ha participado del proceso de integración económica internacional de las últimas décadas, caracterizado por la formación de cadenas de valor globales y el desarrollo de una más densa red de relaciones comerciales entre los países. El peso de las ventas al exterior sobre el PIB ha progresado desde el comienzo de la Gran Recesión desde el 26% al 39% en 2023 y, gracias al dinamismo de sus exportaciones de bienes y servicios —que han crecido un 49% en términos reales desde 2008—, tanto la balanza comercial como la balanza por cuenta corriente han mejorado sustancialmente.  La evolución registrada en España ha permitido aumentar el peso de sus ventas al exterior sobre el producto interior bruto (PIB) en 13 puntos porcentuales (pp). Sin embargo, el marcado sesgo regional de sus intercambios —España concentra en Europa occidental el 67% de sus exportaciones manufactureras— ha limitado el despliegue de su red de conexiones con otras economías. La ampliación de dichas redes ha sido muy dinámica en otros países en los años transcurridos del siglo XXI, en especial en economías asiáticas muy competitivas en precios y creciente capacidad de fabricar productos finales e intermedios. Esta menor presencia en mercados más alejados, pero en rápido crecimiento, la modesta especialización española en actividades de alto valor añadido y su dependencia de las importaciones limita la generación de renta nacional de las exportaciones españolas. En 2020 (último año disponible), el 75,3% de las ventas al exterior de España generaba valor añadido doméstico, por debajo de las economías avanzadas europeas (77,4%) y muy lejos de Estados Unidos (92%).

Esta es una de las principales conclusiones de la monografía España ante los impactos recientes sobre las cadenas de valor globales y la integración comercial internacional, que acaban de publicar la Fundación BBVA y el Ivie: nuestro país tiene menor capacidad de generar valor añadido de lo que sugieren sus importantes mejoras en los niveles de exportaciones brutas, porque parte del valor de las exportaciones corresponde al valor añadido incorporado en las importaciones de bienes intermedios de origen extranjero y, en consecuencia, remunera a factores de producción extranjeros. El estudio ha sido realizado por un equipo de investigadores de la Universidad de Valencia y el Ivie, dirigido por los profesores Francisco Pérez e Iván Arribas, participando en él también Marta Solaz, Eva Benages y Miguel Ángel Casquet.

¿Qué valor añadido doméstico se genera en las cadenas de producción globales?

Las TIC, las mejoras en el funcionamiento del transporte internacional y la abolición de múltiples barreras al comercio han propiciado el desarrollo de cadenas globales de producción en las que participan empresas de múltiples países, entre ellos, España. Las economías receptoras de las fases de producción deslocalizadas pasan así a generar una parte del valor añadido total de ese producto.

España se enfrenta a esta dinámica desde una especialización intermedia, con dificultades para captar las tareas más cualificadas, pero también para competir en costes con los países en desarrollo. Así, si bien las exportaciones brutas españolas han experimentado un destacado crecimiento en términos reales, solo parte del valor de lo exportado genera rentas para el país, porque las materias primas y productos intermedios importados dejan su valor en el país de origen.

Uno de los rasgos de España es su menor capacidad de generar valor añadido a partir de sus exportaciones, situándose en este sentido por debajo de otras economías europeas como Alemania o Francia y lejos de otros grandes países como Estados Unidos.En el caso español, entre las manufacturas exportadas no predominan las más avanzadas, lo que implica una menor capacidad de generar valor doméstico, en promedio. En los servicios, las cadenas de producción son distintas, y el peso de los inputs intermedios es menor, en general. En 2020, el contenido importado de las exportaciones totales se situaba cerca del 25% para el conjunto de la economía, por lo que el 75,3% restante era valor que se generaba en la economía doméstica. Sin embargo, mientras en el caso de las exportaciones de manufacturas el contenido en valor añadido doméstico era solo del 65,2%, ya que las importaciones suponen el 34,8% restante, en los servicios se elevaba al 88,5%, con únicamente un 11,5% de valor añadido importado.

Dentro de las manufacturas y los servicios también hay diversidad sectorial en cuanto a la capacidad de generar valor añadido doméstico y dependencia de las importaciones. En las manufacturas se observa que en las exportaciones de los equipos de transporte el valor añadido doméstico no llegaba al 60% en 2020, ya que más del 40% procedía del extranjero, concretamente de los países de los que provienen las importaciones de bienes y servicios intermedios. Con cifras similares, se encuentra el sector de la fabricación de productos informáticos, electrónicos y ópticos, cuyas exportaciones generaban un 66% de valor añadido en la economía española. Por el contrario, destacan por su elevado valor añadido doméstico el sector agroalimentario (81,4%) y el textil, cuero y calzado (81,3%).

Por su parte, los servicios, cuyas exportaciones aportan en conjunto mayor valor añadido que las manufacturas, muestran diferencias entre sectores. Los que en mayor medida recurren a las importaciones son los relacionados con la información y comunicaciones y los servicios de transporte, en los que el valor añadido extranjero de sus exportaciones se sitúa en 2020 en un 15,6% (con un 84,4% de valor doméstico). En el lado opuesto figuran las actividades administrativas y servicios auxiliares. El 91% de sus exportaciones suponen valor añadido para la economía española. Son datos relevantes porque el potencial de generación de valor añadido doméstico asociado a la exportación de servicios no turísticos es muy importante en la actualidad en el mundo, y está protagonizando una nueva etapa de la globalización en los años recientes como consecuencia de la digitalización.

Alcance y consecuencias del sesgo regional de las exportaciones

La apertura al exterior de la economía española ha avanzado desde la llegada de la Gran Recesión porque las exportaciones han crecido a un ritmo promedio anual entre 2008 y 2023 del 2,7% en términos reales, muy superior al crecimiento del PIB (0,6%). Sin embargo, aunque las empresas españolas comercian en la actualidad con un gran número de países, los intercambios están muy concentrados en los mercados europeos, pues a ellos se dirige el 67% de las exportaciones manufactureras, según datos de 2022.  La elevada regionalización de las exportaciones españolas supone un sesgo geográfico de su red de conexiones comerciales, es decir, un peso de los países europeos en las ventas al exterior muy alejado de su importancia en el PIB global. El bajo grado de conexión global español significa que mercados que han crecido mucho no pesan tanto en el comercio exterior español. Esa falta de neutralidad geográfica de las redes comerciales españolas limita su capacidad de aprovechar el dinamismo de ciertas economías -en especial las asiáticas- en las décadas más recientes.

En resumen, los autores destacan que las mejoras experimentadas por el sector exterior español tras la Gran Recesión, gracias al notable aumento de las exportaciones de bienes y también de servicios, pueden reforzar su capacidad de generar valor añadido por dos vías. En primer lugar, mejorando su participación en las tareas desarrolladas en las correspondientes cadenas de producción globales mediante una especialización progresiva en actividades de mayor valor añadido. En segundo lugar, ampliando el número de países de destino de las exportaciones, reduciendo la concentración de nuestras ventas en los mercados europeos para reforzarla en otros de mayor crecimiento, en especial los asiáticos. Ambas palancas se apoyan en un refuerzo de factores de producción claves para la mejora de la productividad y la competitividad actuales: el capital humano y los activos intangibles.

7 October 2024