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Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas

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El sistema educativo español ha afrontado con dificultad la formación online durante el COVID-19, más por la escasa preparación y experiencia previas que por la falta de equipos digitales

El papel de las nuevas tecnologías en la educación se ha demostrado fundamental tras las medidas de confinamiento impuestas por la pandemia, que han situado la formación online como la única alternativa posible. El punto de partida en competencias digitales del profesorado, y en experiencias previas con el alumnado en el uso de las nuevas tecnologías en el centro, era muy débil. En España, casi el 23% de los alumnos de 15 años no se conectaba nunca a Internet en su centro escolar y, en total, el 70% lo hacía menos de una hora al día. Es decir, solo un 30% de los estudiantes de último curso de educación secundaria obligatoria recibía formación en formato digital más de una hora diaria.

Esta falta de experiencia en el uso de las TIC en España es compartida por otros países desarrollados como Bélgica, Francia o Suiza. Sin embargo, la situación en muy diferente en lugares como Dinamarca o Suecia, donde más del 70% de los alumnos de 15 años se conectaba más de una hora diaria a Internet en sus centros para realizar tareas educativas, según datos del informe PISA 2018.

En España, el porcentaje de alumnos que se enfrenta al problema de la adaptación a un modelo de formación basado en las nuevas tecnologías, por no haber sido entrenado, es mucho mayor que el que tiene como obstáculo principal la falta de equipos digitales, ya que, según PISA, solo un 10% de los estudiantes de 15 años carece de ordenador en su casa. Esta última dificultad se ha podido subsanar durante el confinamiento a través de subvenciones y ayudas públicas, pero la falta de experiencia y competencias digitales de alumnos y profesores, que también contribuye a aumentar la desigualdad, ha sido más difícil de superar pese al esfuerzo realizado, según destacan los autores del nuevo informe COVID-19: IvieExpress.

Francisco Pérez y Laura Hernández afirman que es necesario establecer criterios y mínimos a los que llegar en la enseñanza y plataformas digitales a utilizar para que la educación online sea lo más homogénea posible. Más aún cuando se prevé un curso 2020-2021 todavía marcado por las circunstancias sanitarias especiales que pueden hacer recurrir nuevamente a la formación a distancia a colectivos más o menos amplios. Los autores reclaman actuaciones formativas y organizativas en los centros para que las consecuencias educativas de la pandemia sean las estrictamente inevitables y no dependan de la capacidad e implicación del entorno familiar del alumno o de la dedicación extraordinaria de algunos profesores.

El escaso uso de las TIC es la tónica general en las escuelas españolas, pero se observan ciertas diferencias regionales. Las comunidades donde más alumnos se conectaban más de una hora diaria a Internet en sus centros educativos, y por tanto partían de mayor experiencia para recibir docencia apoyada en nuevas tecnologías, eran Cataluña y País Vasco, ambas por encima del 40,7% promedio de la OCDE. Por el contrario, Castilla y León y Galicia se sitúan en un escaso 20%, mientras que en la C. Valenciana solo el 27,3% de los alumnos se conectaba más de una hora diaria, 3 puntos porcentuales por debajo de la media nacional del 30,5%.

Este déficit en el uso de Internet se daba en todo tipo de centros: públicos, concertados o privados y en cualquier entorno socieconómico de las familias de los alumnos: desfavorable, intermedio o favorable. La regla es una escasa experiencia en el uso de las tecnologías en los centros para apoyar la formación.

14 julio 2020