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Desde mediados del siglo XX, la universidad viene siendo en España la palanca social por antonomasia, al facilitar el progreso económico de las clases menos favorecidas. El presente trabajo, realizado por José Manuel Pastor y Lorenzo Serrano, catedráticos de Fundamentos del Análisis Económico (Universidad de Valencia), analiza en qué medida la universidad sigue constituyendo actualmente un mecanismo eficaz de movilidad social. Y lo hacen con dos criterios: la empleabilidad y el salario. Según la OCDE, quienes tienen en España enseñanza secundaria postobligatoria ganan un 19% más que los que no la han completado, los graduados universitarios un 30% más y quienes ha hecho un máster o un doctorado un 68% más. Y las tasas de paro son claramente decrecientes con el nivel educativo, si bien se mueven en niveles muy elevados en comparación con los habituales en otros países. La educación universitaria continúa asociada a la obtención de salarios más elevados, mayor estabilidad laboral y menor riesgo de desempleo en España.
No obstante, la situación económica de la familia sigue influyendo en las opciones de los estudiantes. Así, completó la educación superior el 56,5% de los hijos de hogares con situación buena o muy buena durante la adolescencia; y el 38,4% cuyo hogar tenía una situación moderadamente buena, pero solo el 25,4% de familias en situación moderadamente mala y el 15,8% en situación mala o muy mala. También es un factor condicionante el nivel educativo de los progenitores. El porcentaje de hijos con estudios superiores alcanza el 82% cuando la madre tiene esa misma titulación y el 60,8% cuando tiene secundaria postobligatoria, mientras cae al 33,6% cuando declara un menor nivel educativo o al 23,6% cuando este no consta. En el caso del padre esas diferencias van del 75,2% al 23,1%. Influye, incluso, la ocupación del padre. Así, dos de cada tres hijos de gerentes, científicos, profesionales, técnicos y personal administrativo han completado estudios superiores, frente a uno de cada cuatro hijos de agricultor y uno de cada seis hijos de padre con ocupaciones elementales.
En suma, la universidad española sigue siendo un potente ascensor social, pero es necesario seguir trabajando para que el acceso a la universidad esté lo menos condicionado que sea posible por el origen socioeconómico.
Pastor, J.M. y L. Serrano (2023). «Educación universitaria y movilidad social en España». Nueva Revista, 21 de marzo.